miércoles, 29 de junio de 2011

DEJAR MARCHAR...

En agosto hace tres años que murió mi padre...mi madre no quiso nunca que se tocaran sus cosas. Todo quedó tal cual, su ropa en el armario, sus papeles...todo.


Ayer hizo dos semanas de la muerte de mi madre. Murió el catorce de junio. Al día siguiente de su muerte, esa misma noche, saqué todo lo que había en su armario. De repente me encontré con mi padre, su ropa, sus zapatos...con él. Me tocó sacar lo de los dos a la vez. Fui echando encima de la cama de mi madre perchas y más perchas llenas de ropa, llenas de ellos. Sin embargo, hasta hace un rato no he podido meter en bolsas esa ropa, esos zapatos...la cama ha estado durante dos semanas hasta arriba de ellos dos...juntos, como siempre.

Durante los casi tres años transcurridos desde su muerte he pensado en múltiples ocasiones que no me he despedido de el. Si no he llorado casi...ahora se ha marchado ella también...de repente soy huérfana.

Siempre estuve muy unida a mis padres, más a mi padre, en realidad, pero ya se sabe que eso pasa a menudo con las chicas. Yo era su ojito derecho y conforme pasaban los años sentía que aumentaba nuestra complicidad...y nuestros desencuentros, a veces antológicos para desesperación de mi madre que decía que éramos iguales...

Los únicos días de mi vida en los que yo dejé de ver a mis padres fue durante mi luna de miel...siempre pensé que cuando me faltaran me volvería loca de dolor, no me imaginaba la vida sin ellos.

Cuando mi padre murió no me lo podía creer, pero no me volví loca. Cuando entraba en su casa esperaba ver su cabeza por encima del respaldo del sillón. Era lo primero que veía siempre al entrar. Y llegó un momento en que no estaba. Pero ella seguía allí. Sentada en el sofá, añorando el amor de su vida y pensando en él a cada instante.

Yo me asombraba porque no conseguía llorar. Una noche lo hice, a las cinco de la mañana, con desesperación, apoyada en el pecho de mi hijo y rodeada por sus brazos. Fue la única vez. Ni siquiera hoy, al ver su ropa lo he podido hacer. Su ropa...y la de ella. Ya no está ningunos de los dos. Sólo yo, en una casa habitada por sus recuerdos y el gato.

He vivido los dos últimos años con mi madre. De repente se puso muy mayor...tenía un genio de mil demonios pero la sentía indefensa y sola y me quedé...aún no me he ido del todo.

Hace una semana que volví a dormir en mi casa, en mi cama, esa que ha permanecido vacía durante este tiempo. Sin embargo no me ubico en ningún sitio. Ni arriba, ni abajo...quizás deba quedarme a vivir en el ascensor, que durante estos dos años ha sido el sitio mas habitado por mí. Mi madre en el tercer piso, mi hijo en el primero y yo...en el ascensor. Si durante todo este tiempo hubiera utilizado la escalera para subir y bajar, estaría como una sílfide...

Desde que mi madre se marchó, hace dos semanas, he llorado todo lo llorable en el mundo. He llorado hasta por un coche, que también he perdido, mira tu que tontería en comparación....

He perdido mi paraguas. Durante toda mi vida he estado resguardada por el y ahora lo he perdido. Me siento sola, perdida, sin nadie que me proteja de las inclemencias del tiempo, tanto del frío como del calor, las lluvias, las tempestades y los vientos huracanados...ellos eran mi coraza, mi defensa, mi refugio...y ya no están.

Ahora tengo que empezar...empezar de cero. Durante el tiempo que he vivido con mi madre, y desde mi separación ella ha sido mi sustento económico...

Durante casi tres años mi padre ha estado en casa esperando por ella. Ahora ella ha llegado y tienen que marcharse.

Toca despedirse. Dejarles marchar y comenzar a apañármelas yo solita.



Es lo que hay. Y no hay más.

lunes, 27 de junio de 2011

LA COSA VIRTUAL

Mi buen amigo Felix me ha dicho hoy que soy una joya virtual.
Al parecer se ha percatado por la relación que mantengo con  mis amigos virtuales, ciberneticos o como se diga.
Yo le he contestado que es un piropo precioso el que me ha dedicado pero que no, que no es pa tanto, sólo un poco de brillo por fuera pero nada de oro por dentro...modesta que es una.
Contraataca diciendo que no, que soy auténtica...sólo un poco desequilibrada a veces, pero que él piensa que merezco la pena como persona.
Esto, aparte de hincharme como un pavo, porque me encanta que me digan cosas bonitas, me ha llevado a pensar en este mundo que compartimos...
¿Somos en realidad tan auténticos? ¿Somos en realidad lo que parecemos, mejor dicho, lo que aparentamos ser? ¿Es el ciber-espacio un medio fiable de relacionarse con otras personas? Y conste que me refiero a paltaformas como facebook, comunidades y lugares parecidos, nada de páginas de amistad o contactos, ese es otro tema que da para mucho...pero mucho, algún día escribiré sobre eso.

Yo tengo la suerte de tener muchos amigos virtuales, personas a las que conozco únicamente a traves de este medio, primero en la comunidad de El País y ahora en face, porque los blogs considero que son como una especie de escape del pretendido escritor, no un modo de interrelacionarse, casi nadie te lee.
En aquella la que fué nuestra comunidad conocí a personas que ahora conservo en face, otras han desaparecido de mi vida al igual que yo he desaparecido para ellas. Gente que no conoces personalmente, tu relación se basa en lo que lees de ellas, en lo que comentan, en lo que esas personas permiten que tu sepas. Controlamos lo que decimos, a veces lo que pensamos, y he de decir que algún que otro chasco ha caído.

Otra buena amiga me dijo no hace mucho que al leer mi blog, al principio de los tiempos, se dió cuenta de que no era yo, nada que ver conmigo, que yo mostraba, no lo que era ni como era, sino lo que quería o cómo quería ser. Dejó de leer porque no le aportaba nada. No era yo.
Puede que tenga razón. No dejo de pensar en sus palabras porque me conoce como casi nadie, sabe de mis altibajos, mis desequilibrios emocionales, mis "locuras" y mis dependencias.

Yo no sé si es buena idea intentar traspasar los límites de lo virtual en un momento dado. Tampoco es que sea muy probable llegar a conocerse de verdad, aparte de, si acaso, un par de días que por casualidad vayas a una ciudad donde resida alguno de estos amigos y te tomes un café o vayais de copas o a almorzar...sin embargo, hay mucha gente a la que a mi, particularmente me gustaría conocer personalmente. En este mundo, como en todos, hay grados de amistad, hay amigos y conocidos, umos que simplemente pasan y otros que se quedan...¿es menos auténtica esta amistad? Hay que dejarse de rollos, y concentrarse en lo que tienes cerca? o simplemente...puede uno fiarse?

Caray, lo que da de si un piropo.